martes, 18 de marzo de 2014

Las sillas para sentarse. Cualquier lugar para pensar.

Imagen extraída de: bebesymas.com
¿Conoces casos de niños/as altamente problemáticos/as? ¿Cansado/a de lidiar con esas pequeñas criaturas para que se comporten de manera correcta? ¿Interrumpen, hablan o se distraen con facilidad?. Papi, mami, profe ¡No lo dudes más! Tenemos la solución para tus problemas! Ha llegado por fin el instrumento educativo definitivo: "La silla de pensar". No esperes más para conseguir la tuya. Ya hay miles de usuarios en toda España que disfrutan de ella.


Una nueva técnica ¿pedagógica? ha inundado, cual marea, no solamente las casas de nuestro alrededor, sino también, y más preocupante, ha conseguido entrar en las aulas, ganándose la simpatía de docentes que encuentran en éste, un método quizás no definitivo, pero sí eficaz para corregir la conducta del infante. 
En la publicación de hoy trataremos de exponer nuestra reflexión y visión sobre esta práctica conductista que trata de modelar el comportamiento de nños y niñas. Pensaremos en la silla de pensar.
Debido a la extensión y confianza en "La Silla" es muy probable que a esta hora de la mañana ya haya niños y niñas dirigiéndose a ella. O peor, ya sentados en la misma, pensando por qué tuvo que levantarse sin permiso o comentar con su compañero/a de pupitre qué hizo ayer por la tarde. Ahora, esos niños y niñas disruptivos se encuentran aislados, quizás siendo el objeto de mofa y burla de sus compañeros. Eso sí, saben que el tiempo que sus profesores/as gratamente les ha otorgado para pensar, aunque arbitrario, es limitado.
                                                                                  












 Video de youtube

Aunque esta práctica conductista se decore incluyendo en su denominación la palabra "pensar", tan en boga en el ámbito educativo, no deja de ser un castigo, un aislamiento igual que supone el "Tiempo Fuera" o Time Out, donde el niño/a, al tercer aviso del adulto sobre la negativa a realizar una acción o comportamiento no deseable es apartado y privado de cualquier objeto que pueda captar su atención durante un tiempo estimado, hasta volver a ser reincorporado al grupo o lugar de origen.

Un niño, o una niña, de entre tres y seis años de edad, mayor o menor en función del desarrollo del mismo, aun no posee las habilidades y herramientas que le permiten analizar y reflexionar sobre lo acontecido, o por él/ella realizado. Por lo que ser enviado a la silla de pensar le supone una experiencia traumática de la que se refugia, se evade, recurriendo a pensamientos positivos que calmen el dolor que le supone ser apartado. Por lo que la efectividad de la silla de pensar queda en entredicho. Tal y como la psicopedagogoa Deheni Rubio ha expresado en una entrevista para el diario ABC, publicada en su versión digital: "En realidad cuando el niño está en la silla, está aislado, enojado y frustrado. Ha reaccionado ante una situación que no ha podido resolver verbalmente, por tanto ha reaccionado impulsivamente. Como cualquier otro humano, cuando estamos enojados y respondemos ante determinada situación, a menudo no nos detenemos a pensar si es adecuado o no lo que dijimos/hicimos."
El adulto ha de convertirse en un apoyo del niño, un guía que lo ayude a conocer, experimentar y en definitiva, aprender. En ningún momento se podrá obligar a pensar al niño, en primer lugar, porque por sí mismo aun no es capaz de hacerlo y, en segundo lugar, porque imponer un tiempo y un espacio para pensar es infructuoso y contraproducente ¿Sólo se puede pensar en la silla? ¿He de hacerlo cuando me lo piden? Si me obligan a ello, ¿Significa que pensar es malo?
En ningún momento y bajo ninguna circunstancia la acción de pensar ha de suponer un castigo, ni enfocarlo como el fin de un hecho, sino que ha de constituir el camino, el proceso a seguir para lograr la madurez crítica y autonomía que se persigue en el Sistema Educativo. Proceso que se ha de ayudar a construir, no obligar al niño/niña a hacerlo por sí solo sin experiencia alguna pues, en palabras de John Dewey "Los llamamientos generales al pensamiento, dirigidos a un niño (o adulto) [...] son tan inútiles como aconsejarle que salga adelante por su propio esfuerzo".
Imagen extraída de: mimosytetablog.com

Ante esta práctica conductista, encontramos la negociación como medio por el que conseguir un verdadero aprendizaje significativo en el niño/a, ya que se trata de una acción en igualdad en la que tratan de conseguir un punto de confluencia donde ambas figuras implicadas salgan beneficiadas, y no por el ejercicio de autoridad jerarquizada que impone la silla de pensar donde el niño se encuentra obligado, sometido a la voluntad del adulto.
La efectividad de la silla de pensar, en cuanto a su capacidad para modelar el comportamiento del niño, no está demostrada. El uso de esta técnica no asegura el aprendizaje del niño, tampoco construye ni dota de herramientas que le capaciten para pensar. En cambio, es capaz de mantener el orden en el aula.
Para concluir la reflexión por nosotros realizada sobre "La silla de pensar" y volviendo a citar a Dehení Rubio, proponemos un listado de valiosos consejos que se han de tener en cuenta a la hora de enseñar al niño/a, sin tener que recurrir para ello a castigos de ningún tipo.
1. Si ves que tu hijo está haciendo algo que no es conveniente no ignores la situación, detén lo que estás haciendo, acércate, contenlo, habla.

2. Muéstrate empático ante su enfado, no minimices su frustración ni sus motivos. Por ejemplo: “sé que te ha molestado que te quite el juguete, no debes tirar de la mesa, es peligroso y no quiero que te vayas a lastimar”.

3. Si habla y te explica lo sucedido, déjalo terminar, no lo juzgues, escúchalo y ofrécele alternativas para solucionar el problema.

4. No etiquetes a tu hijo, ni permitas que lo hagan. No justifiques su comportamiento ante otros con frases tipo: «si dejas que te manipule cuando tenga 15 ya verás», pero qué chillón, qué brusco, qué malo. Recuerda que si lo decimos, ellos lo toman como real ¿es mamá quien lo dice, no? Sed claros y conscientes de lo que quieres para tu hijo, las etiquetas no te ayudarán a que él mejore su conducta.

5. Siempre recuérdale que lo quieres, no importa la situación por la que pase. Jamás digas cosas que se puedan interpretar como pérdida o disminución de amor. Esto favorecerá los canales comunicativos, no solo ahora, sino que estarás abriendo espacios para cuando sea mayor; sabrá que puede contar y confiar en ti.

6. No pierdas tú la paciencia, a veces la información que tenemos de nuestra propia educación es la que dicta la forma de educar a nuestros hijos. Si te has decidido por cambiar los patrones en tu casa, este tipo de eventos te ayudarán a reflexionar acerca de lo que tú quieres para ellos.

7. Una vez que regrese la calma, hablad de lo sucedido; no le des demasiadas vueltas. No traigas el tema a colación después de dos días. Eso no ayuda a nadie y no resuelve la situación tampoco.

8. Las acciones se relacionan a la búsqueda de autonomía de descubrir el mundo y sus capacidades. Ayúdale a que cada día sea un momento eficaz de descubrimiento.

9. No grites, habla en tono normal. Habla con él, siéntate a su lado y míralo a los ojos.

10. Ofrece algún objeto para canalizar el enfado; una almohada por ejemplo o abrazar un muñeco grande de peluche.

11.Cuando el niño se ha desbordado es porque no ha logrado comunicarse efectivamente, busca palabras para que pueda expresar su enfado ¿Qué te ha molestado? ¿Te sientes enfadado porque se cayó?

12. Observa si estás a tiempo de cambiar el foco de atención, puedes ofrecer alguna alternativa para que no siga haciendo eso.

13. Muéstrate respetuoso ante su sentimiento. Dale un fuerte abrazo y dile cuánto lo quieres.
Imagen extraída de: es.123rf.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario